Iván Bilbao es un boxeador de Chascomús que cayó dos veces preso y en su intento por mantenerse fuera del delito creó su negocio como prestamista, mientras mantiene a su familia y regresa a los rings de la provincia de Buenos Aires en una historia de vida que Pedro Speroni refleja en «Los Bilbao», de estreno los viernes de febrero hasta el 1 de marzo en el Malba y en el mes entrante varias funciones en la Sala Leopoldo Lugones.
«A Iván lo conocí en mi película ‘Ranchos’ y lo fui a visitar a Chascomús cuando recuperó la libertad. Le propuse filmar la película porque veía a un pibe muy rudo, pero detrás de esa apariencia a alguien de primera, con muchos valores. El rodaje fue super intenso, me fui a vivir prácticamente seis meses con su familia. Fue un rodaje con mezcla de intensidad y de emoción», dijo Speroni a Télam sobre el filme que se podrá ver a partir del 2 en el Malba, desde el 15 en la Sala Lugones e iniciará proyecciones en el Gaumont el 22.
De registro observacional, «Los Bilbao» muestra el día a día de una familia a la que no le falta nada, pero que tampoco le sobra, y el detrás de escena de un hombre duro como Iván Bilbao, con una infancia plagada de bullying y enfermedades, pero que con fiereza supo sobreponerse.
«A mí esta película me deja la enseñanza de haber filmado a un hombre de lucha, que a pesar de todas las heridas y lo complejo de su vida, sigue para adelante, con una familia, con problemas, como en todas y que se quieren mucho. Viven de sus préstamos, pero en un país como este, eso es muy noble», señaló el director, que actualmente filma la reinserción social de una mujer tras ocho años de cárcel.
Durante el rodaje, Yamila, la esposa de Iván, queda embarazada y la cámara de Speroni acompañó el proceso hasta el nacimiento de Wenceslao. Si bien se puede ver a un Iván Bilbao intenso, con dejos de violencia y con reacciones que parecieran ser un tanto anacrónicas, también se puede conocer a un hombre sincero, puro y que deja todo por sus seres queridos.
Como si fuera producto de la dura infancia que tuvo, son varias las escenas en las que él le reprocha eso a sus padres, pero también en las que pone por encima el amor que se debe tener con los niños. De hecho, se observa el cariño y dulzura con los que trata a la hija de su pareja para quién él es su verdadero padre.
«Tenía muy en claro que quería seguir trabajando con esa invisibilidad mía. Sabiendo de mi vínculo con él y que yo era invisible, quería que la película mostrara ambas cosas y que pareciera una ficción. Yo quería mantener esa invisibilidad, atravesado por la historia de otros»Pedro Speroni
«Yo me veo reflejado en ciertas heridas que uno tiene, de la niñez, como la de él. Conflictos con los padres. Es ahí donde yo me sentía muy reflejado con Iván. Donde cada quien intenta encontrar su identidad como puede, con las herramientas y heridas que uno tiene. Yo me sentía reflejado en eso. Tuvo una vida complicada y él intenta encontrar su identidad», dijo Speroni.
-¿Cómo fue la convivencia durante seis meses?
-La filmé en el 2019 y quedamos con un vínculo muy lindo con la familia. Yo voy a comer a su casa… hace poco peleó y fui a verlo. Eso sí, durante el rodaje no dormía en la casa de ellos, sino que con el sonidista alquilamos un cuartito en Chascomús. Estábamos desde las 10 de la mañana hasta las 5, cuando se iba a dormir. Me dieron mucha confianza, nos queremos mucho y me dejaron estar con ellos las 24 horas del día. Era todo muy intenso, él vive a las chapas. Había mucha intimidad que iba filmar, pero cuando apagaba la cámara era mi amigo, lo más normal, era uno más.
-¿Fue muy difícil mantenerte fuera de la película como personaje?
-Yo tenía muy en claro que quería seguir trabajando con esa invisibilidad mía. Sabiendo de mi vínculo con él y que yo era invisible, quería que la película mostrara ambas cosas y que pareciera una ficción. Yo quería mantener esa invisibilidad, atravesado por la historia de otros. Con la confianza que se crea, aprovecho para que parezca una ficción.
-Él vive de ser prestamista, un oficio que roza con lo ilegal y que se presta para la violencia. ¿Cómo vive eso con su intención de no volver a la cárcel?
-Para mí en un país como en el que estamos me parece que ser prestamista, con todas las cosas que suceden, me parece muy noble. Uno puede ir a robar o hacer otro tipo de cosas. Iván es un tipo que vive de eso y respeta mucho a sus clientes. Él es un prestamista en su pueblo, pero al banco si no le pagás te remata la casa. Esta es su forma de vida y si no se planta con la gente que le debe plata, lo pasan por arriba. Es un laburo viable.
-¿Cómo fue filmar escenas como la pelea con la madre, donde hay mucha intimidad familiar?
-Él con la madre tiene una relación de mucho amor, pero muy compleja. Ese momento fue de mucha intimidad y a la hora de montarla lo que me interesaba era mostrarla tal cual. Uno se puede quedar con el tono de la escena, de puros gritos, pero yo estoy seguro que detrás del tono hay un Iván que está pidiendo amor.
-También filmás una escena en la que la policía lo va a apurar.
-Con la policía, era el primer día que prendía la cámara. Él estaba haciendo de trapito y el dueño del boliche llamó a la policía. Cuando caen, le preguntan qué es lo que nosotros estamos haciendo e Iván les contó que filmábamos una película sobre él; ahí, la policía se queda muda. Y yo fui respetado por lo que dice él. Él es muy respetado en el pueblo y yo lo podía seguir con la cámara justamente por eso. Para mí, él es un «poronga» del pueblo.
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