Como expresión de la ultraderecha conservadora, podrá tener delirios mesiánicos, o una fuerte inclinación bufonesca y cero vocación democrática pero lo real es que Javier Milei jugó fuerte en política y arriesgó. Así perdió cuando fue rechazada la ley ómnibus, pero antes logró arrinconar a sus aliados para restarles margen de juego propio y estuvo a punto de conseguir la aprobación de una ley que, aún con los recortes, tenía la esencia de una reforma constitucional y la ponzoña suficiente para destruir la industria nacional, el mercado interno y las economías regionales.
La vuelta a comisión de la ley ómnibus significó una fuerte derrota para Milei. El golpe, a poco más de un mes de haber asumido, implicó un punto de inflexión que lo obliga a estrechar su alianza con el núcleo macrista del PRO y a tratar de recuperar espacio entre sus propios votantes, desanimados por la derrota de un líder que se presenta como invicto y superior en todos los terrenos.
Milei eligió a sus enemigos, los que sabe que no pueden acompañarlo. Y negoció con los que serían sus aliados naturales, los que convocaron a votarlo en segunda vuelta. Sabe su debilidad parlamentaria. Negociar desde esa debilidad hubiera sido cederles el gobierno, como esperaba Mauricio Macri. Hizo pesar el resultado electoral, negoció con sus aliados pero desde una posición de fuerza para conceder lo menos posible, los puso contra la pared, cortó recursos a las provincias, los amenazó y hasta los acusó de corruptos.
No es para subestimarlo. Estuvo a punto de conseguirlo, pero no supo medir el punto donde a sus aliados ya no les convenía esa negociación. El modelo de país que propone es tan elitista que da poco margen para la negociación.
Una derrota tan temprana puede marcar la debilidad de su gestión durante los próximos cuatro años. Milei no tiene territorio, sus seguidores tienen poca convocatoria en los distritos. Su ámbito natural son las redes sociales donde nació y donde tiene numerosos repetidores y un dispositivo de respaldos y granjas de bots de operadores locales e internacionales.
Los punteros de Milei están allí. Tras la derrota mensajeó en forma frenética y agresiva. Sostuvo el tono ofensivo y desafiante, con imágenes violentas e insultos. Es el Terminator que exterminará a los traidores. TN se lo festejó, tomó la imagen que había difundido Milei en su papel de asesino serial y realizó un video donde le puso nombre y apellido a las víctimas: Carolina Píparo, Randazzo, Manes, Massot, Monzó, Oliveto, Gobernadores.
La violencia de los mensajes en los que se incita a matar al adversario, es criminal. Y tratándose de un presidente debería ser castigado aún más duramente. No se lo puede tomar a broma, ni como metáfora, en un país donde ese discurso ya derivó en el intento de asesinato a Cristina Kirchner. Y donde la escalada de violencia y represión desembocó en una dictadura que ensangrentó al país.
Pero ese tono ha sido su carta fuerte y lo retomó con más furia en las redes después de la derrota que sufrió en el Congreso.
Milei es consciente de su debilidad. Necesita apuntalar sus alianzas, en especial con el macrismo que, adelantándose a este cuadro, le votó hasta la última coma. El intento fue que se convirtiera en macridependiente. Milei supo desde el principio que Macri lo quiere copar y manejar. Por eso no puede negociar desde la debilidad ese acercamiento estratégico con el macrismo. Entonces volvió a las redes para reafirmarse en su núcleo duro e incorporó al gabinete a Daniel Scioli, un viejo competidor de Macri, y algunos de sus cuadros. Quiere negociar ese acuerdo de fusión con el macrismo desde sus propios términos.
Macri, que había empezado a desplazar a Patricia Bullrich de la presidencia del PRO, puso reversa, retomó la relación amistosa con su vieja pupila y la usó como ariete contra esas incorporaciones. En ese contexto, el ministro Luis Caputo anunció el retiro de los subsidios al transporte en las provincias. No trató de justificar ni explicar.
La medida fue presentada como castigo a los gobernadores que los “traicionaron”, aunque la víctima real sea el pueblo de esas provincias. Los “traidores” son radicales, o del PRO cercanos a la línea de Horacio Rodríguez Larreta o ex peronistas o peronistas disidentes. Sumados, los votos del PRO macrista y los de Milei, se convierten en una nueva fuerza en disputa en esos espacios.
En su ofensiva negociadora por la ley ómnibus, Milei no pudo identificar el punto de máxima presión. El peso de las medidas que sofocan a la sociedad también tiene un punto de inflexión. La megadevaluación, la ley de alquileres, el descontrol que disparó los precios y el aumento del transporte destruyeron los ingresos de la inmensa mayoría. Hay un punto de inflexión en el respaldo de la sociedad.
En el vocero macrista La Nación+, Bullrich anunció ese proceso de fusión que terminaría de enterrar a la alianza Juntos por el Cambio. Macri supone que Milei no tiene funcionarios de recambio para los desplazamientos que ya empezaron anoche con Osvaldo Giordano de la Anses y Flavia Royón de Minería. Gran parte del trabajo sucio se hizo en estos pocos días. El expresidente, cuya gestión no fue sólo neoliberal, sino que esencialmente fue una mala administración, apuesta a convertirse en la cara razonable del gobierno.
Los peronistas de Miguel Angel Pichetto, los radicales, la Coalición Cívica, más el ala moderada del PRO, de Larreta quedarían afuera de la nueva alianza que configuran Macri y Milei, por la que Macri ha trabajado desde que descubrió la potencialidad del funambulesco político como candidato.
El escenario se reconfigura a gran velocidad. La corriente radical que estaba consustanciada con el PRO y con el liderazgo de Macri, muy representada por el cordobés Rodrigo de Loredo, desolado por la ruptura, quedó con un pie en cada lado. De Loredo es socio de Oscar Aguad, el radical que formaba parte del entorno del ex general Menéndez, amo y señor de la vida y la muerte en Córdoba durante la dictadura.
La ley ómnibus se frenó, pero todavía está vigente el mega DNU, más tóxico que la ley porque además representa la intención de ignorar al Congreso. Los senadores de Unión por la Patria han insistido que se convoque al Senado para rechazar al DNU. Pero la vicepresidente Victoria Villarruel, titular de la Cámara, auxiliada por el PRO y los radicales se niega a convocar la sesión.
El DNU le otorga de hecho a Milei las mismas prerrogativas que le hubiera dado la ley ómnibus. El DNU no se discute punto por punto, como se hizo con la ley. Se rechaza o se aprueba. Lo más lógico sería que si se rechazó la ley, el DNU debería seguir el mismo camino. En este caso, son los senadores radicales, cuyos gobernadores son castigados por haber votado contra la ley, los que pueden inclinar la balanza. Los dados están echados.
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