octubre 14, 2024

El culebrón de Gerardo Morales, su contrataque y la historia de las detenciones | Lo que contaron los detenidos tras recuperar la libertad



«Se termina una pesadilla y empieza otra. ¿Cómo no tener temor por mi integridad y la de mi familia si el exgobernador (Gerardo Morales) sale a decir que soy parte de una organización? Estoy litigando con una persona que tuvo el manejo absoluto del poder en Jujuy durante ocho años. Jamás imaginé que podía ser detenido por expresarme libremente en una red social, donde soy un ignoto tuitero con 190 seguidores». Quien habla es Nahuel Morandini, liberado junto con Roque Villegas después de estar 53 días presos por posteos en broma que aludían a la supuesta infidelidad de Tulia Snopek, la esposa Morales, un rumor que recorría Jujuy. Tras la excarcelación, Morales reaccionó con furia y acusó a los dos hombres de ser parte de un «grupo delictivo», de «alterar la identidad de su hija» con publicaciones en redes y de causarle «lesiones psíquicas» a su pareja. Para agregar condimentos fantasiosos metió en el medio a la organización Tupac Amaru y a Milagro Sala. Pidió ser querellante en la causa, donde Snopek y dos organismos provinciales ya lo son. 

Morandini, un ingeniero ambiental de 45 años, profesor de la Universidad de Salta, había escrito con tono jocoso en su cuenta de «X»: «Hace ya varios años que en Jujuy se hace el carnaval de los Tekis (una estafa en la que caen los turistas). Pero este año no se hace. Y todo parece que es porque uno de los Tekis le enseña a tocar la quena a la mujer del exgobernador. Imposible aburrirse en kukuy”. Villegas, de 42 años, quien usa técnicas de serigrafía para remeras y recuerdos de egresados, había publicado un video alusivo a la cuestión en Facebook. “Compartí una publicación, un video que circulaba por todos lados. No lo hice yo, solo lo compartí, me pareció algo chistoso que ya estaba en las redes”, le dijo a La Nación. Nahuel y Roque se conocieron en la comisaría, tras ser detenidos por personal policial de civil y trasladados allí por autos sin patente, una marca del reinado de Morales y su aparato de persecución. 

Morandini había visto movimientos raros alrededor de su casa, con vehículos sin identificación. Les preguntó a unos albañiles si sabían algo y le dijeron «están investigando trata de menores». Le dio pánico, porque tiene dos hijas, de 4 y 8 años. El 4 de enero una mujer vestida con ropa deportiva tocó el timbre y pidió permiso para cargar el celular. Lucía, la compañera de Nahuel, la dejó entrar. La visitante dijo que tenía unos amigos que lo buscaban a él. Era una agente que venía a detenerlo y los «amigos», dos policías de civil. Tanto a él como a Roque los había denunciado Tulia Snopek y el fiscal Walter Rondón los acusó de lesiones psicológicas y la alteración de la identidad de un menor, por lo que podrían estar ochos años presos. Según Rondón, el tuit de Nahuel fue «una semilla del virus en la red» que hizo que se propagaron «de forma indiscriminada» publicaciones sobre Morales, la esposa y la hija. A su entender había comentarios injuriosos y alusiones a la niña cuya «paternidad» se ponía en duda. El mismo fiscal propició su excarcelación cuando el tema empezó a ocupar cada vez más lugar en los medios de comunicación. Dijo que no había más «peligros procesales». 

Morales sacado

Entre la excarcelación, las críticas a las detenciones desde la UCR, como la de Martín Lousteau, las del vocero presidencial Manuel Adorni y las burlas likeadas por Javier Milei, Morales montó en cólera. «No se trata de una causa por tuitear, sino que es una causa organizada por Morandini y Villegas por organizar, planificar, crear, difundir y tornar incierta y alterar la identidad de una niña de dos años y por lesiones psicológicas agravadas por violencia de género en el caso de mi mujer», dijo en Radio Mitre. «Hay una organización que es de un grupo de la Tupac Amaru», afirmó y mencionó a Milagro Sala. Es, insistió, «un grupo delictivo». «Quiero que este tema llegue a la Corte porque es un límite y yo quiero justicia ¿Quién me repara a mí el daño psicológico? ¿Qué le digo a mi hija de dos años cuando me pregunte quién es el padre? ¿En qué va a terminar su salud psicológica después de semejante delito?», escaló. 

Se las agarró con dos medios a los que dijo que demandará (El Intransigente y la Agencia Nova) y con la abogada Elizabeth Gómez Alcorta, que defiende a Morandini junto con Marcos Aldazabal. «Viene de ser ministra de la Mujer y protege a una persona que es un delincuente ejerciendo violencia de género», cuestionó. «El derecho a la expresión es el de la opinión», agregó, y dijo que no están constitucionalmente avalados la «falsa información o la falsa noticia». Con aires de catedrático agregó que el derecho de los niños y niñas «está por encima del de expresión». Ahora quiere ser querellante mientras la defensa de Nahuel pidió cerrar el caso por inexistencia de delito. 

Gómez Alcorta advirtió: «En una actitud bastante desesperada, Morales mintió sobre la prueba de la causa y sobre la acusación fiscal. No existe ninguna prueba de ninguna organización o planificación sobre las publicaciones de Morandini y Villegas, ni entre ellos ni con ninguna otra persona. Además volvió a la carga con su leitmotiv: Milagro Sala. Según Morales, las publicaciones de Morandini y Villegas son culpa de ella, de la Tupac, y de una banda de delincuentes entre los que nos sumó a Marcos Aldazabal y a mí». La letrada atribuyó a Morales las detenciones. «Es entendible su desesperación por la herida narcisista que implica que todo el país hable de una supuesta infidelidad de su esposa, pero esto es su culpa, por pedir detener a dos personas comunes que publican chismes en las redes. El discurso de que todo es culpa de Milagro le fue útil durante años pero ahora suena ridículo para dos personas que nunca militaron ni en la Tupac ni en ningún espacio político, ni la conocen». 

«Los dichos de Morales -agregó Aldazabal- solo demuestran una vez más su voluntad de cercenar la libertad de expresión». Morandini, siguió el abogado, «es un ciudadano que hizo un comentario satírico y terminó preso 53 días en condiciones deplorables. Las alusiones de Morales a quienes ejercemos la defensa como delincuentes y que va a denunciar a más personas son otra prueba de su voluntad de callar a quienes le ponen un freno a su autoritarismo». Ante la Justicia, la defensa ya había planteado el absurdo de alterar la identidad de un menor por un tuit que -al margen- ni siquiera la mencionaba.   

Morandini le dijo a este diario que «nada mejor que la prueba que mostró la fiscalía para desmentir las barbaridades que dice Morales. En la primera audiencia, el 5 de enero, el fiscal mostró sus elementos probatorios: en mi caso, dos tuits». Uno era el que mencionaba el chiste del integrante de los Tekis y no nombraba ni a Morales. El otro era una foto de su casa como había quedado tras una tormenta, algo significativo para un ingeniero ambiental. Eso es todo. A Villegas lo acusaron por un video que compartió, que circulaba por todos lados, donde se hablaba del chisme de la presunta infidelidad y de la niña. «¿Que será organizar? ¿Planificar?, me preguntaba al escucharlo a Morales», dijo Morandini. «Para mí la organización fue ‘agarramos a dos o tres y les tiramos una pena. Hay cosas que no logro explicarme», siguió. 

«Me quisieron quebrar» 

Cuando los llevaron detenidos, a Nahuel y Roque les dijeron que había una investigación por contenido publicado en redes sociales. Pasaron la primera noche en la comisaría, con otras ocho personas, y jamás imaginaron que terminarían en un penal. Se equivocaron. Cuando salían de la seccional, Villegas le dijo a Morandini: «Vos y yo nos cuidamos el uno al otro». «Me abracé a esas palabras como si fuese el último pedazo de tierra antes de que me arrastre el agua, yo tenía pánico, nunca había estado detenido. Me lo repitió cuando entramos a prisión», contó Nahuel. 

Los primeros tres días, relató, los metieron en celdas de máxima seguridad, aislados, en el penal de Gorriti. «Sólo podía salir en cierto momento para buscar agua o alimento. Para vaciar los recipientes donde hacía mis necesidades me hacían salir desnudo de la celda», repasa. Los pasaron luego a un pabellón, el 1, donde están los detenidos con buena conducta. Eran algo más de 60. Fueron tomando confianza. Pero a él de golpe lo sacaron de ahí y lo mandaron al Cuerpo Especial de Operaciones (CEOP). Lo alojaron en una oficina con guardia permanente. Nadie le hablaba y le restringieron las visitas a dos veces por semana. Intervino el Comité contra la Tortura. Lo volvieron a cambiar de lugar, y lo mandaron al Cuerpo de Canes. En un comienzo no lo dejaban avisarle a su familia. Lo volvieron a sacar y a llevar al CEOP, pero no le decían a dónde iba. «Si me van a hacer algo péguenme un tiro ahora», llegó a decirles a los agentes. «Luego entendí que querían quebrarme, que acepte un juicio abreviado, que me declare culpable», cuenta. Luego lo devolvieron al Pabellón 1, aunque amagaron con mandarlo a otro en los últimos días. A Roque también. Lo impidieron. 

Otra orden vigente

Morales se refirió a Lucía González, una arquitecta que trabajaba en una dependencia pública, y que en un grupo de Whatsapp de amigos, donde participaba Nahuel, había dicho «tengo alto chisme», y contó el rumor. «Es una mentirosa y es la ideóloga», la acusó. A tono, para el fiscal Rondón sería una «organizadora» por lo que dijo en un mensaje privado que había escuchado en la verdulería, en un taller de cerámica y otros lugares. Rondón pidió su captura pero este martes pidió suspenderla para que ella, que está fuera del país se presente. Su abogado, Javier Vuistaz, espera que se resuelva antes su pedido de eximición de prisión. No sabe con qué garantías cuenta. 

Morales hasta contó la historia de la supuesta infidelidad y un accidente del integrante de los Tekis en un auto donde habría ido Snopek. En Wikipedia apareció como definición de «cornudo»: «Un cornudo es el esposo de Tulia Snopek adúltero». Al final medio mundo terminó hablando del asunto. Hay quienes lo llaman «Efecto Straisand»: un intento de censura o de tapar una información hace que termine difundida por doquier. El nombre alude a Barbra Streisand, la cantante y actriz que hizo una demanda para que no se difundiera una foto aérea que mostraba la erosión de la Costa de California donde aparecía su casa. Antes del juicio la imagen no había llamado la atención, pero luego tuvo cientos de miles de descargas.



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