octubre 14, 2024

Una apología del robo de bebés en pleno juicio: «Tienen la sangre maldita» | El represor Alberto Rey Pardellas dijo que las apropiaciones perseguían un sentido «humanitario»



Un represor convirtió la audiencia de un juicio de lesa en un plafón para justificar el plan sistemático de robo de niños y niñas durante el terrorismo de Estado. Alberto Daniel Rey Pardellas dijo que el robo de los hijos e hijas de los detenidos-desaparecidos tuvo un “sentido humanitario”. Según él, se perseguía que las criaturas no crecieran odiando. “Muchos de estos, al igual que sus padres, tienen la sangre maldita”, vomitó.

Rey Pardellas está siendo juzgado por crímenes en Bahía Blanca. Allí, él era uno de los jefes del Batallón de Comunicaciones 181, que tenía a su cargo la represión dentro de lo que se conoce como el área 511 y funcionó como centro clandestino.

El militar retirado sigue las audiencias del juicio que comenzó en 2022 desde su casa. Se conecta al Zoom. Se pega a la cámara de la computadora y habla. Así lo hizo durante casi dos audiencias completas en las que pidió ampliar su indagatoria antes de que comiencen los alegatos de la fiscalía.

“Es un estribillo común de la prédica izquierdista de posguerra decir que aquí no hubo guerra sino genocidio, y que la apropiación de hijos de terroristas fue una práctica aberrante”, arrancó Rey Pardellas frente a cámara el 15 de febrero pasado.

“Pues bien, al respecto es preciso contestar con toda claridad que cada uno de los llamados ‘nietos recuperados’ –dijo mientras encogía sus dedos como garras para pretender hacer unas comillas– demuestra dos cosas. Primero, el sentido humanitario de quienes provocaron como propios a los hijos de terroristas –que, dicho de paso, eran pavorosos padres–, suponiendo además que de esa forma se evitaría que crecieran odiando como odiaban sus padres. Pero se ha comprobado, no todos, que muchos de estos, al igual que sus padres, tienen la sangre maldita”.

No se cansó con eso sino que dio nombres propios. Arremetió contra Juan Cabandié, nacido en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), y después siguió con el senador Eduardo “Wado” de Pedro, a quien llamó “mentiroso”. Antes de cumplir dos años, “Wado” fue secuestrado junto a su mamá que estaba embarazada de ocho meses. Sobrevivientes vieron el gatito de peluche con el que jugaba en el Olimpo. Después de muchas gestiones, su familia logró recuperarlo.

Después de que Rey Pardellas empezara a atacar a quienes fueron víctimas del plan de apropiación de la dictadura, el presidente del tribunal, Ernesto Sebastián, se decidió a pararlo y a decir que no hiciera apreciaciones sobre política nacional. Ya antes habían denunciado sus agresiones el fiscal Miguel Palazzani y las abogadas querellantes de la Subsecretaría de Derechos Humanos bonaerense y de HIJOS Bahía Blanca. “En este cambio de época estamos sufriendo todo tipo de agravios y con muy poca intervención del tribunal para frenarlos”, dice Alejandra Santucho, de HIJOS Bahía Blanca.

“El robo de niños no fue algo azaroso o dejado simplemente librado a voluntades aisladas, sino que fue parte del plan genocida”, responde Emanuel Lovelli, abogado de Abuelas de Plaza de Mayo. “Eso fue corroborado por la sentencia del Plan Sistemático del TOF 6 de 2012. Lo que buscaban era arrancar a los bebés de su lugar de pertenencia. La práctica genocida, tal como describe la Convención, implica sacar a los niños de un grupo para insertarlos en otro distinto para promover la destrucción del grupo atacado. Estas declaraciones no hacen más que confirmar lo que hemos sostenido siempre”, añade.

“Nuestra sangre no estaba maldita cuando nos arrancaron de la cuna ni lo está ahora”, respondió desde su cuenta de X Victoria Montenegro y dijo que el represor es uno de los “pobres abuelitos” defendidos por la vicepresidenta Victoria Villarruel. Montenegro es una de las nietas que restituyeron su identidad gracias a la búsqueda de Abuelas y actualmente preside la Comisión de Derechos Humanos de la Legislatura porteña.

Lo más descarnado y brutal de la última dictadura –le dice la diputada a este diario– era la obsesión para hacerse de nuestra sangre y reencauzarla para la Argentina con la que soñaban y que hoy intenta poner en marcha Javier Milei. Estamos discutiendo lo mismo: el desprecio absoluto por la vida, los derechos y la dignidad de los que luchan para que estas historias no se repitan”.





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