Horacio Rodríguez Larreta jugó a plantar una bandera para intentar cortar la iniciativa de un sector del PRO de confluir en 2025 (o antes, si fuera por algunas) con La Libertad Avanza. El exjefe de Gobierno hizo un verdadero raid por medios expresando su rechazo a que Mauricio Macri asuma la conducción del PRO (dijo que haría falta alguien más joven) y a la posibilidad de fusionarse con LLA. Por ahora, es todo lo que hará Larreta. La posibilidad de que se vaya del PRO a formar otro espacio ya está sobre la mesa, pero eso se definiriá en el momento en que se concrete un acuerdo PRO-LLA. Y Larreta apuesta a que no se concrete. Del otro lado, señalan que el electorado ya lo tiene Javier Milei y que no hay alternativa. «Van a ser la UCeDé de Menem», los chicanean desde el larretismo.
El exjefe de Gobierno se pasó los últimos días repitiendo que no concuerda con la posibilidad de ir a un frente con Milei, ni una alianza de cogobierno ni ninguna de las otras opciones que se barajan. Y estimó que Mauricio Macri va claramente en ese sendero: “Todas las declaraciones, todas las actitudes (de Macri) van en esa dirección y yo estoy en contra de entregarle al PRO a Milei, llámese fusión, co-gobierno o como quieran llamarlo”.
Macri no presidente
Larreta, hasta ahora, no había resistido la llegada de Macri a la presidencia del PRO como sí lo viene haciendo Bullrich. Pero en sus declaraciones dejó en claro que rechaza que el exmandatario ocupe la titularidad del partido: “Creo
que PRO necesita una renovación, que hay gente joven para impulsar un
cambio, pero con los valores originarios de hace 20 años”. Larreta dice que Milei es lo opuesto a esos valores.
Es curioso lo de buscar gente joven para la presidencia: lo mismo opinaba Damián Arabia, mano derecha de Bullrich en la cruzada contra Macri.
Larreta también le respondió a Bullrich, quien le vaticinó que se iba a quedar solo políticamente. En algo tiene razón la ministra de Seguridad: Larreta desde que terminó su mandato viene perdiendo algunos de sus dirigentes más cercanos. Por ejemplo, Eduardo Macchiavelli que fue su alfil durante años en el PRO hace poco firmó la carta de Bullrich contra el gobernador de Chubut, Ignacio Torres, con lo que confirmó que ya no forma parte del círculo del exjefe de Gobierno.
Para responderle a Bullrich, Larreta apeló a la campaña, cuando ella se sacó una foto y le ofreció la jefatura de Gabinete. “No fue hace una vida, fue hace tres meses que me ofreció el cargo más importante del gobierno. Con lo cual, es medio contradictorio que ahora salga a pegarme así. Yo no voy a profundizar la agresión”, dijo Larreta.
La discusión de fondo
Lo que está detrás de la discusión entre Macri y Larreta, o entre Bullrich y Larreta es qué va a pasar con el electorado del PRO en relación a Milei. Es algo que venía tensionando y preocupando a Juntos por el Cambio desde, por lo menos, 2021 y que llevó a una larga serie de discusiones internas sobre si aliarse o no con Milei.
La lectura del sector del PRO que acompaña a Macri es que Milei ya se comió el electorado histórico del macrismo. Por lo que no queda otra que atarse a su suerte para las elecciones del año que viene. No hay alternativa, no hay forma de disputárselo y es o aliarse o fenecer. Hay que tener en cuenta que no todos los que siguen a Macri acompañan con mucho entusiasmo: «Ya se comió nuestros votantes. Estamos jodidos», fue la frase que eligió ante este diario uno de los que apoya la estrategia de Macri. Una mezcla de resignación y búsqueda de supervivencia.
Bullrich ya hizo esa misma lectura desde la primera vuelta, con la diferencia de que asumió con entusiasmo su rol de vasallo de Milei y busca que el resto del PRO siga su camino. Por eso los ataques virulentos a quienes se oponen: Bullrich vale ante Milei en la medida que pueda entregarle el partido que todavía preside.
Macri quizás tenga una idea parecida, pero quiere someter esa alianza a una negociación más de igual a igual y no a lo que vio como una claudicación. O una traición. Macri espera que, si hay acuerdo, se traduzca en lugares de poder para su gente. No quiere que Milei le haga lo que Macri le hizo al radicalismo durante su presidencia: dejarlo en un acompañamiento testimonial.
En cambio, Larreta cree que hay que representar otro espacio a la espera de que el electorado rebote, cansado del desastre, hacia dirigentes más moderados. En el larretismo piensan que subsumirse a Milei es sinónimo de desaparecer. Pero tampoco están dispuestos a abandonar el PRO tan velozmente, aunque nadie puede negar que Larreta lo está pensando. «Lo que hicimos por ahora es marcar la cancha. Había que hacerlo y se hizo. Si quieren fusionar al partido, será otra historia». Sobre la mirada de los macristas, advierten: «Ya se entregaron. Si hacemos eso, terminamos siendo la UCeDé de Menem». El furgón de cola del proyecto de otro.
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