diciembre 12, 2024

¿A qué juega Cristina Kirchner y cómo evoluciona el «operativo clamor»? | Traje de candidata, resistencia de Quintela y silencio de Kicillof



El bastón de mariscal, finalmente, será el de Cristina Kirchner. Dos años después de haber convocado a un trasvasamiento generacional, de haber exigido que se tomen las riendas “sin pedir permiso”, la conducción del peronismo seguirá en manos de la exmandataria. El desorden interno, la crisis de representación y la disputa entre Máximo Kirchner y Axel Kicillof convergieron para que CFK considere asumir nuevamente ese rol. La novedad es que esta vez ejecutará su liderazgo desde un cargo al que siempre le esquivó: la presidencia del Partido Justicialista. Su candidatura, que desde el jueves suma adhesiones, también genera resistencias. Sectores de la CGT pretenden que el lugar sea ocupado por un gobernador y el riojano Ricardo Quintela, por ahora único postulante, no cede en sus aspiraciones. “No hay que tenerle miedo a competir”, repite. Desde el kirchnerismo, en tanto, le bajan el precio al “Gitano” y remarcan que “no le da el peso” para ir a una interna. Kicillof, hasta el momento, no se subió al operativo clamor.

Cristina Kirchner, aunque todos lo nieguen, se muestra como candidata. No solo a presidir el PJ, sino también a diputada en 2025. Desde abril, cuando hizo su primera aparición pública post triunfo libertario, su figura fue creciendo en protagonismo. «Cuando les dije que saquen de la mochila el bastón de mariscal no era para que le peguen en la cabeza a otro compañero«, se quejó ese día en Quilmes y empezó a marcar los primeros movimientos hacia adentro. El punto más alto de críticas internas llegó en la carta de principios de septiembre, al hablar de un peronismo que “se torció” durante la gestión de Alberto Fernández y al que hay que “reordenar” para cumplir con las nuevas demandas de la sociedad. Un mensaje similar se repitió en encuentros privados como con la juventud sindical o las presidentas de centros de estudiantes de la UBA. Activa y punzante, CFK quiere jugar.

Estamos en la segunda mitad de la vida, pero con mucho para ofrecer”, lanzó la expresidenta este último martes en La Matanza. Fue unas horas antes de conversar en el Instituto Patria con José Mayans, Anabel Fernández Sagasti y Juliana Di Tullio. Los senadores de Unión por la Patria le pidieron lo que en reiteradas oportunidades otros dirigentes –como Gildo Insfrán– ya le habían planteado: que ordene el caos que inmoviliza al peronismo. Para asombro de todos, la expresidenta por primera vez no lo desestimó. “¿Les parece conveniente?”, respondió y aceptó meditarlo, pero con una condición: lograr antes un amplio respaldo público. El miércoles la propuesta comenzó a tomar forma. Fue tema de conversación en los pasillos del edificio de la calle Rodríguez Peña, donde desfilaron intendentes, gremialistas y legisladores que habían participado de la marcha por la educación pública. Avanzada las conversaciones, al día siguiente se lanzó el operativo clamor en las redes sociales. La idea de Mayans es que, asumida la presidencia del partido, CFK se lance a una gira de clases magistrales por todas las provincias.

Los promotores de su candidatura sostienen que es la única capaz de ordenar el caos interno e interpelar a una sociedad que desborda apatía. “Ni Axel (Kicillof), Wado (De Pedro), Quintela, Gildo (Insfrán) o (Sergio) Uñac tienen su nivel de representación. No mueven el amperímetro como ella”, remarca un integrante de La Cámpora. Otros, por el contrario, entienden que el poder de fuego de los emisarios de Cristina Kirchner se diluyó y que por eso necesita –ahora– poner el cuerpo. Sobre todo, para no perder terreno en la provincia de Buenos Aires, donde algunos fantasean con que el liderazgo lo ejerza Kicillof. “La forma de salir por arriba de este laberinto es que Cristina se anime a jugar”, sintetizan en el kirchnerismo.

Las muestras de apoyo a la expresidenta tomaron impulso el jueves a partir de una publicación de Eduardo “Wado” De Pedro y fueron adquiriendo mayor volumen con el correr de los días. Dos exgobernadores que sonaban para encabezar el partido sumaron sus voluntades: los senadores Sergio Uñac y Lucía Corpacci. “Es tiempo de unidad”, expresó el sanjuanino. CFK “es la conductora natural del movimiento”, añadió el PJ catamarqueño.

Diametralmente opuesta fue la postura de Ricardo Quintela. «El peronismo tiene que competir, no hay que tenerle miedo al proceso interno», desafío. Quienes respaldan al riojano sostienen que CFK no tiene un perfil federal ni contribuye a la unidad del partido. «Al que más le conviene esto es a Milei. Se siente cómodo polarizando con ella«, indican. Los gordos e independientes de la CGT también prefieren estar bajo la tutela de algún gobernador. Desde el kirchnerismo, en cambio, sostienen que esa opción es inviable. “Están muy apretados por las circunstancias. No pueden comandar un partido que objeta la política nacional y al mismo tiempo negociar fondos para su provincia”, remarcan.

Aunque no lo dicen en público, en el Instituto Patria tampoco no confían en Quintela. “Los riojanos tienen mala fama”, dicen en chiste, en alusión al expresidente Carlos Menem. Más allá de la chicana, hay dos temas con el “Gitano” que no cierran. En primer lugar, que no representa una renovación. “Tiene carisma, pero no está aggiornado a la época. Es de una vieja camada”, resaltan. En segundo lugar, ponen en duda el éxito de la gestión en La Rioja. “Tiene cuasimonedas porque no llega a pagar los sueldos. Si el año que viene el presidente del PJ declara el default, ¿dónde nos metemos?”, cuestionan.

¿Y Kicillof? Recién regresado de México, y cuidadoso de cada movimiento, el gobernador bonaerense por ahora se mantiene en silencio. Si bien nunca hizo explícito su respaldo a Quintela, su participación en la jura de la nueva Constitución de La Rioja fue leída en ese sentido. El gesto, no obstante, fue hace dos meses cuando la candidatura de CFK no era una alternativa. En la gobernación bonaerense solo se limitan a resaltar que “Axel siempre fue y será incondicional a Cristina”. Lo que incomoda al exministro de Economía es la cuota de poder que administra Máximo Kirchner. «La lealtad a Cristina es indiscutida, lo que no quiere son intermediarios», explica un dirigente de la provincia.

A dos semanas del cierre de listas, mientras crecen las expectativas del “Cristina Presidenta”, en el kirchnerismo le restan importancia a las disidencias. “No todos van a estar de acuerdo, pero al final todos van a estar adentro”, concluyen.



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