En su paso por el programa de streaming de Daniel Parisini (a) Gordo Dan, el presidente Javier Milei afirmó que «llegó la hora del hombre común», un concepto que lo emparenta en algún modo con Mauricio Macri.
Según el jefe de Estado, «los privilegiados por el Estado omnipresente, que cada vez eran más, se convirtieron en parte interesada y defensores de que nada cambie», lo cual «explica que periodistas, sindicatos, organizaciones sociales y políticos de todos los colores, que hasta hace poco se sacaban los ojos, se hayan unido en defensa del statu quo, como si pertenecieran a un mismo partido: el partido del Estado». En tal sentido, «nosotros vinimos a desmontar ese sistema de raíz, vinimos a terminar con el régimen de privilegios que convirtió a los argentinos de bien en ciudadanos de segunda. Llegó la hora del hombre común».
La idea del «hombre común» entronca con la traducción al italiano: uomo qualunque. Lo cual en la Italia de la segunda posguerra derivó una corriente política: el qualunquismo. Y allí entra el apellido Macri.
El Fronte dell’Uomo Qualunque fue creado en Italia en 1946 y, como su nombre lo indica, su objetivo era defender al ciudadano de a pie, sin privilegios. Entre sus fundadores estuvieron el escritor y periodista Guglielmo Giannini y un empresario llamado Giorgio Macri: el abuelo de Mauricio.
El qualunquismo cuajó en política italiana como una expresión de populismo de derecha que buscó captar al electorado que otrora había acompañado al fascismo de Benito Mussolini. Su discurso lo acercó a la antipolítica: la culpa de todo la tenían los políticos, cuando se venía del fin de más de dos décadas de régimen fascista.
En las elecciones de 1946, el Fronte dell’Uomo Qualunque cosechó algo más del cinco por ciento de los votos, lo que se tradujo en treinta bancas en el parlamento. En su agenda se incluyó el anticomunismo, la idea de la eficiencia, el Estado mínimo a cargó de expertos, todo bajo el tamiz de la antipolítica.
Poco más tarde, el voto anticomunista migró a un partido de centro, apoyado por el Vaticano: la Democracia Cristiana, que se volvió gravitante en la política italiana hasta la implosión de Mane Pulite, el escándalo de corrupción que además pulverizó a los comunistas y a los socialistas. De ese descalabro surgió Silvio Berlusconi.
Ahora, el qualunquismo no lo representa en la Argentina el nieto de Giorgio Macri, sino un economista que copia ese discurso.
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