“Vivía en Baltimore y, después de la Segunda Guerra Mundial, Albert Einstein estaba muy
presente en las noticias por la energía atómica y todo lo que hacía. Estábamos siempre con libros sobre la
relatividad y la energía atómica. Fue parte de mi infancia”, cuenta Philip Glass en sus memorias.
La música y la ciencia fueron sus grandes pasiones. Escribió otras dos óperas basadas también en científicos,
Kepler y Galileo. Escribió música para un documental sobre Stephen Hawking y colaboró en una obra de teatro
con el famoso teórico de la teoría de cuerdas Brian Greene.
Las óperas de Glass no cuentan historias sino que, como explicó el compositor, “la persona
reemplaza la idea
de trama o historia. El carácter de la persona se convierte en lo que trata la obra”.
“Ópera retrato” llamó Glass a Einstein on the Beach (1974) y a sus otras dos
primeras óperas de
gran formato, Satyagraha (1979) y Akhnaten (1984), que de alguna manera forman una trilogía.
La autoría de Einstein on the Beach surge de un proceso colaborativo entre Glass y el director de
teatro Robert Wilson.
A diferencia de las óperas tradicionales, no existe un libreto. Einstein on the
Beach tiene diversos
textos, algunos son descripciones banales (números, solfeo de sílabas) y también algunos poemas crípticos de
Christopher Knowles, un joven autista con quien Wilson había trabajado como instructor, de lo que entonces se
llamaba «niños perturbados», en las escuelas públicas de Nueva York. Sus textos se escuchan recitados durante
toda la obra, con algunas excepciones: la historia de amor que concluye la ópera y el texto que Johnson (Juez)
dice al final de la escena del juicio.
El otro texto es el discurso del “supermercado” (“Prematurely air-conditioned
supermarket”), que la
coreógrafa Lucinda Childs escribió y recitó durante la segunda escena del juicio. El particular discurso fue
un pedido de Wilson a Childs, necesitaban algo sobre la playa. Y así surgió de manera improvisada algo sobre
la playa. Luego Wilson hizo una selección de las “divagaciones” de la coreógrafa.
La colaboración entre Glass y Wilson comenzó en los años ’60, cuando el
teatro musical estaba
en el centro de
la experimentación en las artes. Y ambos artistas estuvieron bajo la influencia del estimulante arte que
ofrecía Nueva York.
“Los dos teníamos intensas relaciones con el mundo de la danza, Bob a través de los
coreógrafos Merce
Cunningham, George Balanchine y Jerome Robbins, yo también a través de Merce así como a través de John Cage.
Bob conocía los mismos artistas que yo, así que pertenecíamos al mismo mundo y nos habíamos nutrido de la
misma generación de gente que nos había precedido”, contó el compositor en sus memorias.
Glass era la versión musical de lo que hacía Wilson y él era la versión teatral de lo que hacía Glass.
Cuando Wilson se mudó en 1962 de Texas a Nueva York, no fue para estudiar teatro, sino arquitectura, y decidió
ingresar al Prat Institut de Brooklyn. Glass, en cambio, tuvo una educación musical formal en el Conservatorio
Peabody y Juilliard.
De modo que la concepción teatral de Wilson (odiaba la ópera, también el teatro tipo
Broadway) tiene sus
raíces en las artes visuales, las obras las estructura bajo otras lógicas que no son las del drama
tradicional, ni el texto. Hay otra lógica dramática, a veces basada en la repetición de gestos mecánicos,
también absorbida de la escena del teatro experimental neoyorquino.
Einstein on the Beach contó con otra colaboración fundamental: Lucinda Childs,
alumna de Cunningham
y muy influenciada por John Cage. Había explorado y profundizado la propuesta de bailar con música sin pulso
de ningún tipo. Los bailarines de Cunningham no escuchaban la música hasta la noche del estreno. Se trataba de
una coexistencia con la música de Cage. La colaboración entre el autor de 4’33 y el coreógrafo a lo
largo de las décadas se basó en establecer la separación de la danza y la música, determinando que las dos
podían interpretarse juntas pero concebirse por separado.
Algo similar sucede en la ópera, el material del movimiento surgió de la improvisación
estructurada guiada
por Bob Wilson. Desde el comienzo había quedado establecido que él sería el creador de las imágenes, le
gustaba sentir el tiempo en su cuerpo, mientras que a Glass le gustaba estructurarlo, medirlo y
cartografiarlo. Una vez que el director de escena decidió los tres temas “visuales” (el tren, el juicio-las
dos danzas, nave espacial), le pidió a Glass que los organizara en cuatro actos, y el músico compuso la
estructura de la obra prácticamente de un tirón.
Glass empezó a componer la música durante el verano, a partir de los dibujos de Wilson y
su “esquema
temporal”. Escribía la música durante las noches, después de terminar la jornada de nueve horas arriba del
taxi que manejaba.