La migración neta en el Reino Unido alcanzó un nuevo récord en 2022, con un total de 745.000 inmigrantes, superando el anterior máximo de 606.000 registrado en mayo del mismo año, un fenómeno calificado por algunos miembros del Partido Conservador como «insostenible».
El incremento se mantuvo hasta junio de 2023, con una migración neta de 672.000 personas, según datos recientes de la Oficina de Estadísticas Nacionales (ONS), que informó que durante ese período hubo 1,2 millones de ingresos de inmigrantes, en contraste con la emigración de 508.000 personas.
La mayoría de estos inmigrantes, unos 968.000, provenían de países no pertenecientes a la Unión Europea (UE), seguidos por ciudadanos de la UE y británicos, con 129.000 y 84.000 respectivamente, indicó el organismo oficial.
Analistas apuntan que estos cambios demográficos reflejan una transformación en los patrones migratorios desde la pandemia de coronavirus.
Programas de asilo y de visados para ciudadanos del territorio chino y excolonia británica de Hong Kong y para refugiados de Ucrania, así como un aumento en la llegada de estudiantes y trabajadores no pertenecientes a la UE impulsaron este incremento.
En junio de 2023, los inmigrantes por trabajo representaron el 33% del total de la inmigración no perteneciente a la UE, con un aumento significativo en comparación con junio de 2022.
Los ciudadanos indios, nigerianos y zimbabuenses lideraron en la obtención de visas de trabajo, especialmente en sectores de salud y cuidados.
Por su parte, la emigración relacionada con el trabajo también experimentó un ascenso, alcanzando los 45.000.
La inmigración por estudios también mostró un aumento, con 378.000 llegadas en junio de 2023, atribuido principalmente al incremento de familiares dependientes de estudiantes, especialmente de Nigeria e India.
La nueva ruta de visas para graduados fue un factor clave en este crecimiento, aumentando a 115.000.
En cuanto a las rutas humanitarias, la inmigración disminuyó a 83.000, una reducción considerable desde las 157.000 registradas en junio de 2022, con ucranianos y los ciudadanos de Hong Kong como los más destacados.
La inmigración y emigración por motivos familiares se mantuvo estable, con un leve aumento en la migración neta.
El Ministerio del Interior británico informó que el 90% de las 40.386 personas que llegaron en embarcaciones precarias a través del Canal de la Mancha, hasta junio de 2023 solicitaron asilo o se registraron como dependientes en una solicitud de asilo.
Una realidad compleja
Estas cifras evidencian una realidad compleja en el panorama migratorio del Reino Unido, marcada por un aumento significativo en la migración neta y cambios en las tendencias de inmigración y emigración.
Según consignó la emisora británica Sky News, el diputado conservador y exministro Simon Clarke expresó su preocupación sobre la situación actual, argumentando que «es insostenible tanto económica como socialmente» mantener niveles tan elevados de migración legal.
En la misma línea, la ministra del Interior laborista en la sombra, Yvette Cooper, lanzó una crítica contundente hacia el Gobierno actual, señalando que las estadísticas revelan «la magnitud del fracaso total de los conservadores en materia de inmigración, asilo y economía».
En respuesta a las críticas el ministro del Interior, James Cleverly, por su parte, enfatizó el compromiso del gobierno con la gestión de la situación y aseguró que el Gobierno sigue «completamente comprometido con reducir los niveles de inmigración legal», enfocándose al mismo tiempo en «abordar incansablemente» la migración ilegal.
Uno de los motivos clave por los cuales el Reino Unido eligió salir de la UE fue el control sobre la inmigración.
Los miedos tras el Brexit
Durante el período previo al referéndum del Brexit de 2016, había una creciente preocupación entre una parte importante de la población británica y algunos políticos sobre los niveles de inmigración, especialmente de otros países de la UE.
Como miembro de la UE, el Reino Unido estaba sujeto a las políticas de libre movimiento de la Unión, lo que permitía a los ciudadanos de los Estados miembros de la UE vivir y trabajar en cualquier otro Estado miembro, incluido el Reino Unido, sin necesidad de visas o permisos de trabajo.
Este aspecto de la membresía en la UE fue visto por muchos en el Reino Unido como una renuncia al control sobre sus propias fronteras y políticas de inmigración.
Los defensores del Brexit argumentaban que la salida de la UE permitiría al Reino Unido recuperar el control total sobre sus fronteras y establecer su propia política de inmigración, potencialmente limitando el número de personas que podían entrar al país y trabajar allí.
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