El primer desafío piquetero del gobierno de La Libertad Avanza no fue en la calle, sino en el Senado de la Nación. Y es que furiosos porque no les daban un despacho, dos senadores que responden al gobernador de Santa Cruz, Claudio Vidal, encontraron una solución provisional alternativa: poner una mesa en el pasillo que lleva a la oficina de Victoria Villarruel a modo de protesta. Los legisladores son José Carambia y Natalia Gadano: dos votos opositores que resultaron claves en la construcción de la nueva mayoría que logró Villarruel y que, frente a esta situación, amenazan con quitarle su respaldo.
«Acá estamos en la oficina. Todavía no nos armaron ninguna y por eso nos tuvimos que armar una acá improvisada en el pasillo. Hay senadores que tienen tres o cuatro despachos eh», señaló José Carambia, mientras observaba como su compañera de bancada, Natalia Gadano, llegaba con su hija en un cochecito. Se había armado, en el pasillo del primer piso del Senado, un escritorio con computadora, equipo de mate y pan dulce. Un papel doblado a la mitad que decía impreso «senador nacional José María Carambia» hacía de placa oficial. «Estamos así hace nueve días. Ya nos cansamos de pedirles a todas las autoridades», se quejó, y advirtió que si para el miércoles no había respuesta convocaría a todos los asesores para engrosar el «piquete» que habían armado a cinco metros de la puerta de la oficina de la presidencia del Senado.
Carambia y Gadano están furiosos. Ambos habían acompañado a Victoria Villarruel en la sesión que, la semana pasada, aprobó las autoridades de la Cámara y definió el mecanismo de conformación de las comisiones (que había perjudicado a Unión por la Patria). Villarruel, con solo siete senadores propios, había logrado esa mayoría agrupando a todos los senadores de la Cámara excepto a los del peronismo. Dos de esos 38 votos, sin embargo, eran los de los santacruceños, a quienes les habían prometido que, una vez resuelta la designación de Bartolomé Abdala como presidente provisional, les entregarían sus despachos. Juliana Di Tullio, incluso, había denunciado este truque de «votos por despachos» durante su discurso en el recinto la semana pasada.
Las peleas y negociaciones por los despachos del Congreso son una danza típica de cada recambio legislativo. En esta ocasión, sin embargo, el desplante de Villarruel podría hacerle perder el control de su nueva mayoría, ya que necesita del voto de los dos santacruceños para llegar al quórum. «Perdieron dos votos por una estupidez, así hace acuerdos el oficialismo», se quejaban desde la bancada, en donde prometen sostener el piquete hasta que les den una oficina donde trabajar. No aplica, según se atajan, el protocolo represivo de Patricia Bullrich: «Dejamos una vía libre para pasar», ironizan.
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